Ouro e Orixes: el oro de la diversidad en Carucedo
- Valdeorras Vive

- 25 sept
- 2 Min. de lectura
Hay experiencias que brillan más allá del calendario, como si fueran pequeñas vetas de oro escondidas en la memoria. Eso fue Ouro e Orixes, el intercambio juvenil que celebramos en abril en Carucedo, junto a las Médulas, donde jóvenes de varios rincones de Europa vinieron a descubrir que la verdadera riqueza no está en los metales, sino en la diversidad cultural.

El nombre del proyecto fue toda una metáfora: el oro como símbolo de la diversidad europea, un tesoro que descubrimos cada vez que compartimos historias, tradiciones y miradas distintas.

Athanasios, de Grecia, confesaba que llegó “estresado por el trabajo y los estudios”, pero que encontró un grupo cuya energía y amabilidad le hicieron sentirse en casa: “Siempre recordaré las risas, las historias y las conexiones que compartimos”.

Noelia, desde España, lo definió como “una experiencia única e inolvidable”, que le abrió la mente y le permitió conectar con personas con las que jamás habría imaginado coincidir.

Para Mariia, de Ucrania, este fue su primer Erasmus+, y lo resumió con una frase sencilla y poderosa: “Ha puesto el listón muy alto para los próximos”. Su participación y la del resto del grupo ucraniano fue especialmente significativa: en un contexto marcado por la guerra, este espacio seguro de encuentro y amistad cobró todavía más sentido.

El intercambio fue también un viaje por el territorio. Conocimos Las Médulas a pie, caminando entre los paisajes rojos moldeados por la minería romana. Visitamos Ponferrada, donde además de reunirnos con representantes locales, nos lanzamos a hacer entrevistas a pie de calle para conocer de cerca la realidad de la gente. Y en Carucedo, ni siquiera la lluvia nos frenó: el grupo entero acabó dándose un baño en el lago, una escena de esas que se cuentan con una sonrisa años después.

En las noches interculturales viajamos de un país a otro sin salir del salón, entre bailes, comidas y relatos. Hubo reflexiones intensas, aprendizajes inesperados, cumpleaños improvisados y un sinfín de juegos y dinámicas.

Lo que empezó como un grupo de desconocidos se convirtió en una pequeña comunidad, con risas, confianza y abrazos en las despedidas. Ouro e Orixes fue, sobre todo, un recordatorio: el oro de Europa está en sus culturas, en su gente y en la capacidad de encontrarse desde la diferencia.

Hoy, al ver las fotos de abril, sentimos una gran tristeza por los incendios que arrasaron Las Médulas este verano. Ha sido duro contemplar cómo el fuego golpeó una zona tan valiosa, tanto natural como culturalmente. Pero también sentimos más fuerza que nunca para seguir apostando por traer intercambios europeos a este lugar, convencidos de que la juventud y la cooperación internacional pueden ser parte del camino para su recuperación y su futuro.


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